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miércoles, 8 de abril de 2015

De paseo por...

Castro de Monte Mozinho

(Peñafiel, Portugal)



    Esta entrada vamos a hablaros del yacimiento que pudimos visitar de primera mano estas vacaciones. Se trata  del Castro de Monte Monziho, en la localidad de Peñafiel, a unos 30 minutos de Oporto. Portugal. Por si acaso. El descubrimiento de estos restos arqueológicos fue un poco casual ya que lo vimos por internet, pero enseguida nos dimos cuenta de lo espectacular que era al ver la vista aérea. Habíamos estado en otros castros anteriormente, como el de Santa Tecla en la provincia de Pontevedra, pero este en particular es bastante diferente. Después de tomarnos una franceshina en Oporto y visitarlo un poco (lo que nuestra forma física nos permitió andar esas cuestas) iniciamos el camino hacia allí. 


Vista del famoso puente de Oporto




El yacimiento

Vista aérea del conjunto arqueológico

   Como habéis podido comprobar en las dos fotos, el yacimiento se encuentra en un entorno natural, lleno de eucaliptos y bastante alejado del núcleo del pueblo de Galegos/Peñafiel. Éste se encuentra integrado en la ruta de los Castros y Verracos de la frontera hispano-lusa. Nada más llegar nos encontramos con un centro de interpretación con un pobre historiador portugués aburrido que nos explicó muy amablemente cómo llegar a lo que nos interesaba. Nos dijo que se tardaba dos minutos desde donde estábamos y he de reconocer que no nos engañaba, por lo que no hay que hacer senderismo ni ninguna ruta campo a través para poder visitarlo. Si no yo hubiera muerto en el intento y tampoco queremos eso. 

Entrada por el camino original

    Quizá lo que más te llama la atención al llegar es el recinto amurallado y el respeto por los restos de las viviendas, ocupando un espacio que llega a las 20 hectáreas. Una jartá. La entrada en la parte superior del castro, estaba flanqueada por dos torreones donde se hallaron dos estaturas de guerreros galaicos que en la actualidad se encuentran custodiados en el Museo Provincial. Dado que se trata de un castro que tuvo origen en época de la conquista hispana del Emperador Augusto (s.I a.C y d.C) hasta el s. V d.C, la presencia romana es evidente, llegando a haber espacios habitacionales diferenciados. Su intencionalidad no era otra que la de congregar a todos los habitantes de los castros cercanos y dotarlos de una organización político-administrativa que para los romanos era mucho más fácil de controlar. 


Base de un monumento romano

El estado de conservación del cartel va a conjunto con el resto

   Y por los romanos es por lo que este castro se diferencia de otros muchos, pues normalmente no tenían una estructura. Pero en este encontramos casas de planta circular y otros habitáculos de planta cuadrada destinados a distintos usos que van a dar a calles, que permiten recorrer todo el conjunto. Muchas de las casas tiene un patio delantero y adivinar por donde iban las calles es bastante fácil. Además, la muralla fue construida desde el momento de su fundación, no posteriomente para protegerse de un peligro concreto. 

Habitaciones castreñas de planta redonda

Casa con patio delantero

    El castro se erige en una elevación granítica de 408 metros de altura, lo que permitía tener el control de una amplia zona de terreno, acordaos de que no estarían los puñeteros eucaliptos y el castro se encontraba rodeado por terrenos de cultivo. En cuanto a la vida en el castro, en un primer momento esta se regiría por las costumbres castreñas, con sus casas de planta circular como exponente más visual y los restos de aportaciones foráneas, aunque existen, son escasos. Sin embargo a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. la romanización se hace cada vez más patente. Aparecen cada vez más restos, monedas y cerámicas, y se levantan viviendas de planta rectangular, lo que demuestra un contacto continuo y fluido con el mundo romano. A esto se suma el mayor conocimiento del latín, apareciendo inscripciones y haciéndose frecuente la adopción de nombres romanos por los pobladores.



Conjunto habitacional romano

   Durante la dinastía Flavia, el castro sufre un proceso de decadencia por la pérdida de población, pero a la vez el calado de la romanización es cada vez mayor. Ahora es cuando surge la acrópolis, es el espacio elíptico central que ocupa el lugar más elevado dentro del yacimiento. Para su construcción se derriban viviendas de tipo castreño, lo que es indicativo del descenso de la población. Era una zona de reunión, público y lúdico, pudiendo haberse convertido en un anfiteatro de pequeño tamaño. También es ahora cuando se levanta el monumento ecuestre que os hemos enseñado anteriormente. El castro ya era completamente romano. La perdida de habitantes se debe a que el castro deja de ser el tipo de asentamiento preferido, poblándose las zonas bajas y las proximidades de las minas. Poco a poco se va abandonando este asentamiento, pero se reactiva a partir del siglo III con la construcción de nuevas viviendas al estilo romano. Al mismo tiempo vuelven a aparecer restos de cerámica y moneda, lo que nos habla de una reactivación económica quizá motivada por la creación de otros núcleos de población en zonas próximas.


Dentro de la acrópolis

    Los enterramientos más antiguos que se han encontrado han sido del s.I a.C, pero las necrópolis que se encontraban fuera de los muros, y pese a que en un principio se rige por las costumbres castreñas, también van a notar la influencia romanizadora. Los enterramientos más antiguos se corresponden a vasijas en las que se guardan tanto las cenizas resultado de la pira funeraria. Pero con la adopción de las nuevas costumbres cada vez se va haciendo más frecuente la inhumación, siendo este modelo el exclusivo desde finales del siglo III. Estas inhumaciones se producen en una especie de cuevas hechas de piedra en las que se deposita el cuerpo íntegro, en ocasiones en algo parecido a un féretro, junto con el ajuar que lo acompaña.


Foto ampliada
Vidrio y cerámica del primer cuarto del s. I d.C


Foto ampliada
Cerámica de tradición castreña
Foto ampliada
Cerámica común romana


Foto ampliada
Decoración castreña utilizada en muchas de las edificaciones

    Hasta aquí nuestra visita a este castro, si podéis y queréis verlo por vosotros mismos os animamos a ello, no lo dudéis. Aquí os dejamos la dirección para que vayáis a tiro hecho:

Lugar de Vilar, 4560-122 Oldroes-Galegos. Si lo buscáis en cualquier sistema GPS, es mejor que la dirección que introduzcáis sea Oldroes, Peñafiel, Portugal. Cuando entréis en el pueblecito, habrá carteles indicativos de cómo llegar al yacimiento. 

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